Hay una guerra mediática en andamiento, y ¿quién soy yo para meterme en el medio? No por no ser parte interesada. Creo que todos los ciudadanos formamos parte de algo que se llama OPINIÓN PÚBLICA y estoy convencido de que esa guerra no es entre la corporación mediática monopólica y el Gobierno, sino entre el pulpo informático y la opinión pública.
Pero lo que pasa es que no tengo ganas de pelearme, de putear, de denunciar. Así como las mujeres tienen sus días de TPM...nosotros podemos tener nuestros días “light”. Sin embargo, esa OPINIÓN PÚBLICA es fundamental. Y todo lo que podamos hacer para que la gente posea todas las informaciones (no sólo las deformadas) a fin de elaborar su propia opinión, correcta y equilibrada, sobre las cosas que pasan, es fundamental. Por eso, seguíme en el raciocinio.
En primer lugar, tirando bosta permanente para evitar que la gente forme su propia opinión de forma objetiva, no sólo está el demonio mayor, símbolo de una empresa corporativa y mediática: CLARINETE Y CÍA. No limitemos esta guerra solo a ese grupo, porque lo que debemos buscar es que la sociedad avance en su construcción democrática en serio, y no se trata de darles a uno con un caño, y callarnos con los otros. No tengo ni puta idea de qué canales son los de Clarín, etc. pero es importante saber que en la TV....hay demasiada frivolidad, extrema apariencia y soberana hijaputez.
Ese pan y circo que en el menemato se expresaba como “pizza y champán” en un impúdico desprecio por lo público, ahora se vuelve “defensa de lo republicano-democrático” en algo que huele a negocio privado en lugar de “res pública” (cosa pública) y “elite de poder” más que democracia de masas.¿O qué mierda es la democracia, entonces? ¿Acaso el selecto grupo del Jockey Club?
En los 90 la frivolidad era Moria Casán, Susana Giménez, Tinelli, la Legrand, junto con la Alsogaray en bolas debajo del tapado de piel, y otras yerbas.
Eso no cuela más, claro. Entonces aparecen los travestidos de republicanos y demócratas que luchan contra "la tiranía". ¡La puta! Ya vi esa película!!...Ahí aparece la pitonisa despechada, el pino super-ego, los periodistas truchos que no tienen vergüenza en defender lo indefendible, y la claque empresaria-agrícola-ganadera que suspira con la Argentina del siglo XIX.
Escucharlo a Lanata emitir juicio sobre los años 70 es una afrenta para quienes vivimos esos años. Escucharla a la “combativa” Lilita invocar fuentes que decían lo contrario de lo que ella defendía (informe Molinas) parece un chiste. Tengo ganas de llamarlos a todos ellos de manga de lambeculos, pero me voy a controlar.
¿Cuál es el problema de toda esta gente? Son exclusivamente FUNCIONALES. Son camaleones, cambian de color conforme la ocasión. Los encandilan los reflectores, les ponen cámara y micrófono, y dicen una cosa! Hablan para la platea. Aunque entre ellos se coman los ojos y se canten las verdades, los discursos son para la “gilada”.
Puede ser que hasta se autoconvenzan de las boludeces que dicen. Siempre hay claques armadas, y bueno, ingenuos nunca faltan. Pero yo apuesto a los jóvenes, y el olfato de éstos está super aguzado. Claro, los que viven pensando en el “ego” no consiguen escuchar y entender lo que pasa a su alrededor. No se dan cuenta de la “revuelta” que está apareciendo en nuestros jóvenes, de un despertar idéntico, pero mucho más fuerte que el nuestro, en los setenta. Porque tiene más sufrimiento acumulado, más bronca, y mejor discernimiento. La “revuelta” es una rebelión, que implica tomar conciencia y participación. Miren a nuestros pibes enfrentando a Macri. Para mí, está claro.
Por último, en esta gente hay un fenómeno que llamo “transferencia inconsciente del Yo” (ni sé qué nombre tiene en psicología, pero existe). En frase popular, “el ladrón piensa que son todos de su condición”. Es juzgar la conducta y los valores de los otros por los de ellos, estimando que todos obran...como ellos obrarían. Si ellos viven en función de los mangos, y venden hasta su madre, los otros seguro que también. Si ellos inventan, ven visiones, son falsos, los otros también. Por eso cuando emiten sus juicios, proyectan en las conductas ajenas lo que serían capaces de hacer.
El mercenario no tiene cómo entender al idealista. En el peor de los casos, piensa que es un boludo y que se arrepentirá algún día.
No somos superiores, apenas diferentes. Orgullosos y convencidos de lo que somos. Conscientes de que como humanos, somos falibles, cada uno tiene su punto débil, y no somos perfectos. Pero una cosa sí, no nos movemos por intereses y sí por convicciones. Convicción que pocos entendían cuando la chusma de la Plaza coreaba: “La vida por Perón” Porque en esa palabra, y sin saberlo o tenerlo explícito, ellos colocaban un mundo diferente, con dignidad, con respeto, con justicia. ¿Qué otra cosa podía ser para el explotado peón rural, esclavo de la voluntad del patrón o del capataz, el nombre de Perón? Era sentirse, de hecho, un ser humano. Con derechos para ser respetados. Con dignidad.
Van a quedarse hablando solos. Pero hay que laburar, porque hacen daño y mucho daño.