Uno intenta escuchar todas las voces, pasar por alto las ironías y las pavadas que se escuchan o se leen, tamizar el veneno que destilan, ignorar la mala leche que representan. Pero no da para quedarse callado cuando hay una actitud maldosa de confundir. Muy especialmente cuando se tiene un micrófono público y se largan boludeces al aire que inducirán al error a mucha gente.
Me pregunto cómo es posible que los condicionamientos psicológicos no les permitan usar el cerebro, gente que ya demostró ser bastante inteligente.
Hoy una conocida periodista sampedrina, propietaria de una radio y semanario, se mandó al aire una boludez mayúscula. Su argumento, con respecto a los préstamos para jubilados con la tarjeta Argenta es que, como los fondos son de los jubilados, les están prestando dinero con su propia plata. Una falacia total. Una afirmación 100% besterol, que ignora la esencia del sistema jubilatorio. Por señal, sistema que está haciendo agua en casi todo el mundo, por varios motivos inherentes a los cambios que los nuevos tiempos traen. Pero eso es harina de otro costal.
¿Qué es el sistema jubilatorio? Se forma un fondo con la recaudación de los laburantes registrados, ese fondo debe ser administrado financieramente por tratarse de un sistema capitalista, (se trata de un capital) y de ese fondo saldrá todos los meses el dinero para pagarnos a nosotros, los jubilados. El pequeño error deslizado por la periodista es que no es dinero de los jubilados, sino dinero para los jubilados. Si se distribuyese ese fondo magnánimamente, entonces sí el fondo secaría, y chau jubilaciones para el futuro. Así de simple.
Decir por lo tanto que los jubilados se están autoprestando ese dinero, es FALSO, de toda falsedad.
El mínimo raciocinio sobre el asunto nos llevará a darnos cuenta que, lo que se puede hacer, es prestarlo a tasas bien menores, y sin las exigencias que las instituciones financieras requieren, porque el Estado garantiza. Hoy, los jubilados argentinos han pasado a tener derecho, de la mano de Cristina, a algo que los jubilados brasileros tenemos desde hace muchos años. Y tienen reajustes imposibles de soñar para los que tenemos ese beneficio en otras bandas. Puede ser poco, pero pregúntenles a los españoles o a los griegos el infierno que están viviendo, y la espada de Damócles que pende sobre la clase pasiva, y sobre los desocupados.
El odio visceral que domina a esta gente no nos debe llevar a nosotros a retrucar de la misma manera. Pero vamos a defender con uñas y dientes este MODELO del que se ríen irónicamente, porque no hay nada perfecto en la tierra. Son siglos de desajustes históricos y prejuicios culturales arraigados en la sociedad argentina. Pero no hay otra cosa mejor, y aunque lentamente, avanzamos. Con sacudones, con dos pasos adelante y uno atrás, con miles de problemas de gestión, y con discusiones provocadas por visiones y orígenes diferentes. Algo elemental en cualquier movimiento de masas, que hace a la riqueza del mismo. En el zurdaje intelectualoide, ese fenómeno provoca dispersión y grupúsculos. En nuestro movimiento, siempre encontramos la forma superadora, y se van quedando en el camino los Moyano de la vida, que son aquellos que anteponen sus apetitos personales a los intereses del conjunto.
¡Aguante, Morocha! Ladran, señal que cabalgamos. Y en la dirección cierta. Ya llegarán los tiempos en que la cangrejada quede para atrás, y no nos pongan tantas piedras en el camino. Mientras tanto, esos obstáculos servirán para hacernos más fuertes y seguros.