En este Día del Periodista, mi homenaje a ese amigo entrañable que fue Rafael "Cacho" Perrota, Director Propietario de El Cronista Comercial, secuestrado y asesinado por la dictadura en junio del 77. Poco tiempo antes, había recibido en Brasilia una carta de Cacho, contándome de la venta de su diario, del período que había pasado en una estancia cerca de Bariloche, que planeaba viajar a los States, y que pasaría por Brasilia para visitarme. Los milicos lo agarraron antes.
Reproduzco la carta que en su homenaje, publiqué en un semanario sampedrino en junio del 97, sin pensar que las vueltas del destino me llevarían hoy a avergonzarme de mencionar en la misma a Ricardo Kirschbaum.
CARTA A MI AMIGO PERROTA
Faltan pocos dias para que se cumplan 20 años de tu secuestro, y el show televisivo de Viale destapó escandalosamente tu caso, que felizmente fue recogido por Clarín, cuya redacción dirigida por dos antiguos colaboradores tuyos, R. Guareschi y R. Kirschbaum, produjo con cariño, respeto y competencia profesional, un excelente documento periodístico, que en 7 páginas de destaque, cuenta tu historia aterradora.
Ellos te conocían muy bien. Y como tantos otros que trabajamos en El Cronista, pueden dar testimonio de que eras...un flor de tipo. Lo cual, más que un elogio estereotipado, pretende ser una definición profunda sobre la cualidad humana de una persona.
Pero además de eso, hay algo que debemos testimoniar, especialmente para las jóvenes generaciones. Y es que hubo gente como vos, capaz de dar la vida por una causa que consideraba noble, de jugarse por un ideal.
En tu caso, lo descubriste de grande. Cuando la mayoría de los jóvenes idealistas se metamorfosean en adultos conformados, vos hiciste el camino inverso. Y así, pasados los 50, asqueado de la hipocresía del mundillo falso de esa sociedad medio pelo de la que formabas parte, te entusiasmaste con el mundo idealista de aquellos jóvenes periodistas que trabajaban en tu redacción. Y compartiste sus sueños, sus desvelos, su generosidad en luchar por un mundo mejor.
De ellos aprendiste, en largas charlas por cafés o bares de Bs.As., que había una realidad distinta de la que frecuentabas en los salones alfombrados del Jockey Club, o en restaurantes de lujo. Encontraste que la verdad era ignorante y el sufrimiento era insensible, porque pobre es la riqueza y miserable la magnificencia del mundo vacío y hueco en que suelen moverse. Y no permitiste que el poder, cuyos entretelones conocías mejor que nadie, te tornase insensible o miserable.
Esa sensibilidad tuya no era sólo periodística o política. Formaba parte de tu día a día como empresario, donde desde las cosas más simples hasta las decisiones más complicadas eran fundamentadas por la conciencia de un rol social, y no por el bolsillo. ¡Qué fácil hubiera sido solucionar tantos bodrios que enfrentamos juntos en tu empresa, si hubiésemos podido ser insensibles ante el reclamo o problema de los otros!
Hoy, leyendo fragmentos de tu interrogatorio, tengo certeza de que lo enfrentaste con dignidad, aunque el represor haya intentado deformarlo. Querían endilgarte un marxismo que no tenías...porque no entraba en la cabeza de esos pobres tipos que muchos pudiésemos nutrir nuestra hambre y sed de justicia en las bienaventuranzas de Jesús y no en las teorías de Marx.
En el “estoy tranquilo” que le escribiste a Rafa en un pedazo de diario, el mismo día de tu secuestro, consigo descifrar la paz de los fuertes de espíritu frente a la debilidad de los violentos.
Y el “perdonen las molestias que les ocasiono” escrito a tu mujer Beba y a tus hijos te pinta de cuerpo entero como el gentleman que se preocupa por los otros antes que por sí mismo.
Eras consciente de la elección hecha, sabías los riesgos que corrías. Cuando nos despedimos a fines del 75, te pedí que vos también te fueras del país. Me respondiste que la mano venía pesada, que aquí sería mucho peor que en el Chile de Pinochet. Pero confiabas en tus contactos diplomáticos, o en tu suerte. O tal vez confiases en Dios.
Para ser sincero, no sé porque tu caso se destapó ahora. Tal vez sea para que pasen desapercibidos los cortes de ruta, o las puebladas que inundan el país de norte a sur. Pero si es así, puede salirles el tiro por la culata. Por la simple razón que el personal de 5ª categoría que hizo ese trabajo sucio al mando de los militares de aquella época, gracias a la obediencia debida y al punto final, hoy trabajan en las empresas de seguridad de Yabrán, o del narcotráfico y otros más. Los que te mataron, y le afanaron 85.000 dólares a tu familia, son los mismos que mandaron matar a Cabezas. Antes, eran delincuentes travestidos de represores, al servicio de “patriotas” y “moralistas” como Videla, Massera o Camps. Hoy son agentes de seguridad al servicio de los “empresarios globalizados”, una selecta y reducida casta que pretende adueñarse de todo. Con la complicidad de los políticos de turno, por supuesto.
Ellos también quieren asustar a la gente con el fantasma de la subversión. Tal vez la gente ate cabos y consiga descubrir quiénes son los verdaderos subversivos, tanto hoy como ayer. Tal vez la divulgación de tu caso sirva para poner al desnudo todo el horror del poder de las mafias, y toda la crueldad de las mafias de los poderosos.
El éxito de la misión no está en la espectacularidad del show, sino en la fuerza del testimonio. Los shows acaban, los testimonios perduran. Con el transcurso del tiempo, y por la acción de la historia, adquieren otra dimensión, pudiendo constituirse en motivación y ejemplo para otros.
Por eso, Cacho, te puedo asegurar que la antorcha que vos empuñaste, otras manos la recogieron y otras manos la levantarán, para erradicar las tinieblas de la ignorancia, del egoísmo y de la injusticia.
Mientras tanto, Rafael “Cacho” Perrota, este amigo te dice:
¡Hasta la victoria final! ¡Venceremos!
Eduardo Flores
LE 4.685.785
Texto escrito en junio de 1997...una expresión de deseos más que una profecía. Pero hoy, una hermosa realidad, gracias a las 1000 flores que surgieron con Néstor a partir del 2003.
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