domingo, 10 de abril de 2011

LOS QUE NO QUIEREN (O NO PUEDEN) VER...

Uno siempre estuvo convencido de que las banderas que levántabamos correspondían a Justicia, Libertad, Igualdad. Y esto nos llevaba a una solidaridad activa con los sectores marginados de la sociedad, que en la década del 90 pasamos a llamar de “excluídos”. Y nos llamaban de subversivos porque queríamos restituir el orden natural de la Creación, subvertido por el egoísmo, la injusticia y la explotación del hombre por el hombre...o por el Estado. Tanto da.


Ese era el problema principal, que nos diferenciaba de mucha gente honesta, bien intencionada, pero que aceptaba esa subversión de valores de la sociedad como algo natural. Era “lógico” que hubiera pobres y ricos...era “comprensible” esa dicotomia de sociedad imperfecta. Pero “el orden” heredado de nuestros mayores debería ser preservado, imposible de ser desafiado. Había preconceptos marcantes, había tabúes despersonalizantes, y una hipocresía aberrante, capaz de encubrir cosas jodidas, porque lo jodido no era que existiesen, sino que se conocieran, que los otros supiesen.


Alguno pensará que estoy yendo demasiado lejos. Siglo pasado o siglo retrasado. Pero es que hay gente que no percibe que estamos en el siglo XXI, y quieren mantener a toda costa rémoras del pasado, en nombre de las tradiciones. No comprenden que el hombre no sólo avanza tecnológica o científicamente. También avanza en su concepción, en su personalidad, en su realización como ser humano. Cuando éramos niños, nuestro mundo se reducía a nuestro barrio, o nuestra cuadra tal vez. Agregados algunos primitos o amiguitos. Muy diferente del mundo de los chicos de hoy, que se familiarizan desde pequeños con esa diversidad fantástica existente en la Aldea Global en que se ha convertido lo que antes llamábamos “mundo”. En ese mundo global y diverso, las políticas públicas deben contemplar la diversidad y la pluralidad. Estamos en el buen camino cuando conseguimos que muchos que no comprendían nuestro mensaje, comiencen a entenderlo. Comienzan a percibir ciertas políticas públicas, e instintivamente las apoyan, por sentido común. Es lo que imaginé leyendo hoy en un blog una encuesta sobre la seguridad hecha después de las últimas medidas adoptadas por Nilda Garré. La ministra está tomando el toro por las astas, y llamando a las cosas por su nombre. Atacando el mal en su raíz. Y con un diagnóstico correcto sobre la causa del problema. La solución no se llama REPRESIÓN, sino CONTENCIÓN. Nadie es contra JUICIO y CASTIGO. Pero atacar las causas, no sólo los efectos. Y para ello es imprescindible la participación de la sociedad civil. Sin una mentalidad represora, que nada soluciona y todo complica. Porque en ese caso, es peor el remedio que la enfermedad.

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