terça-feira, 26 de julho de 2011

AQUELLA MUJER PELEADORA



Para homenajear a Evita en este aniversario de su fallecimiento elegí esta foto de la Eva guerrera, firme, pasional. Y para actualizar lo que ella significó en la historia argentina, a su lado otra mujer también guerrera, firme y pasional. No caben las comparaciones. Eva será siempre Eva. Y Cristina es Cristina. Pero lo que sí cabe es que hoy más que nunca, el papel fundamental que desempeñó la Abanderada de los Humildes debe ser recordado y honrado no con homenajes chirles, sino con un compromiso de luchar por los valores por los cuales Evita entregó su vida. Por su legado.



De ese legado, todos somos responsables. Pero en la historia de estos cincuenta años de historia argentina y peronista, después de tantas idas y vueltas, apareció el liderazgo de Néstor y Cristina, para ayudarnos a retomar la reconstrucción de una Patria Libre, Justa y Soberana.



Hoy, más que nunca, vivimos momentos decisivos. En los cuales podremos continuar avanzando, o podemos retroceder. Hay muchos interrogantes. Y hay muchos obstáculos a vencer. Para ello, nada mejor que tratar de sintetizar la figura de Evita, que debe guiarnos y fortalecernos.



Lo primero a rescatar: el odio visceral a todo lo que sea injusticia, especialmente la injusta explotación del hombre por el hombre. Ella nos enseña el camino: donde hay una necesidad, hay un derecho. Y consecuentemente, una injusticia.



Lo segundo: ese odio se transforma en amor por aquellos que sufren esa injusticia, una solidaridad con esos excluídos, explotados, ciudadanos de segunda clase.



Lo tercero: ese amor lleva a una lucha, sin cuartel, y sin piedad. Es lucha, sí. Porque el otro no va a largar el hueso sino se lo disputamos. Hacer prevalecer la fuerza de los más contra la fuerza de los menos.



Si algo nos enseñó Eva Perón fue que es necesario devolverle al pueblo el sentido de su DIGNIDAD. Y que la política significa planificar para que la gente tenga aquello a lo cual tiene derecho, y que la riqueza de un país debe ser compartida por todos, y no por algunos privilegiados.



Esos privilegiados, en aquellos años y también en los actuales, frecuentan los mismos lugares, los mismos salones, y comparten las mismas tertulias con los políticos mediocres de esa burguesía gran fina que se alimenta con las migajas del banquete. La Sociedad Rural no mudó de lugar, la mediocridad de los alcahuetes de turno, tampoco. Mucho menos, la explotación que ellos representan.



Cambiaron las formas, pero los contenidos siempre son los mismos. En la Nueva Argentina, los únicos privilegiados eran los niños. En la posterior y aún en la actual, los privilegiados son los que tienen la guita, o las vaquitas, o la soja. Es el Poder Económico. Que no figura en nuestra Constitución, pero que mandaba a los tres Poderes.



Hoy, Buenos Aires verá pasar una marcha de antorchas recordando a Eva, y verá su figura alumbrando la 9 de Julio desde el antiguo MOP. Que ilumine también a todos los porteños y argentinos, pero especialmente que nos ilumine a nosotros para que no dejemos de ser antorchas que iluminan a otros. En un momento en que quieren farandulizar todo, debemos rescatar el valor que representa la POLITICA, vista como la forma de reconstituir la dignidad y el bienestar de todos.



Y como aquella mujer extraordinaria, y encolumnados atrás de Cristina, no tengamos miedo de ser peleadores, en el buen sentido de la palabra. Con la intransigencia de quien no pactúa con la injusticia, la superficialidad, la mentira.

Nenhum comentário:

Postar um comentário