Interpretación democrático-liberal
• Derecho a poseer una empresa de comunicación, siempre que se tenga guita para crearla y mantenerla.
• Sólo el derecho de propiedad privada posibilita la representación real de las opiniones particulares.
• Democracia: espacio social y político para la creación del libre mercado.
• La prensa no preexiste al capital: es un capital, considerado como producto personal
Interpretación democrático-socialista
• Derecho a participar de un bien público compartido,
• Sólo el derecho de propiedad pública posibilita la representación de las opiniones particulares acordes con el pensamiento popular.
• La democracia se concibe como un Estado político que colectiviza participativamente las elecciones de la ciudadanía, y es éste el que decide conjuntamente el uso de los recursos comunes para la creación o manutención de medios de comunicación
• El Estado vela por que la información no sea dañina para la sociedad.
De donde se infiere que la libertad de prensa es un derecho de todos los ciudadanos a estar informados, y a expresar sus ideas, convicciones o propuestas. En todos los órdenes. Pero aquí es donde se produce una pequeña diferencia.
En la primera concepción, los propietarios de las empresas periodísticas son dueños de divulgar lo que se les ocurra, y nada puede ser prohibido sin que sea tomado como un ataque a la libertad de prensa.
Ya en la segunda, hay limitaciones éticas y profesionales que deben ser observadas por aquellos que ejercen el periodismo como función pública, y esto debe ser controlado por el Estado. No es censura, no es coacción. Todo el mundo tiene el derecho a expresar sus ideas, por más absurdas que sean. Siempre y cuando las exprese como algo personal, subjetivo. Pero nadie tiene derecho a publicar cosas que no acontecieron, como si hubiesen acontecido. Nadie tiene derecho a inventar números o estadísticas, si no está dispuesto a probar cuáles fueron sus fuentes de información. Pues se trata de un servicio público. El Estado tiene que velar para que la información no sea dañina para la sociedad. Esto no significa defender ningún tipo de maquillaje. Pero no seamos ingenuos. El manejo de ciertos índices tienen consecuencias enormes para el bolsillo de los contribuyentes, y personalmente si de maquillar se trata, es preferible que sea un maquillaje que defienda el dinero público que es de todos, a que favorezca a los fondos buitres que ya nos esquilmaron durante años y que son insaciables en su ambición de lucrar con lo que es de todos.
Libertad de prensa cuando se sienten “amenazados” en su derecho a informar lo que quieren y cómo quieren. Pero ¿y la libertad de prensa de los pobres giles que formamos lo que el vulgo llama “plebe” y que tenemos derecho a ser informados lo más objetivamente posible? Y si quieren darse el gusto de analizar cómo les guste, están en su derecho, siempre y cuando se asuman como pasquines políticos, y no como periodismo objetivo.
Para ser sinceros, el problema de la libertad de prensa no es sólo un problema argentino. En casi todos los países los grandes periódicos pertenecen a grandes corporaciones, que responden a grupos hegemónicos. Hegemonía que los tiempos virtuales del siglo XXI se está encargando de hacer pelota, gracias a Dios. Es la primavera de los árabes. Son los “descontentos” de la Europa. Y es también esta América Latina que finalmente está unida en una misma política, bien sintonizada por sus gobiernos y por sus pueblos, en el caso chileno sólo por sus pueblos.
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