sexta-feira, 30 de setembro de 2011

CONCIENCIA SOCIAL


Los que alguna vez asumimos un ideal de vida, e intentamos mantenerlo a lo largo de nuestra existencia, muchas veces nos topamos con las miserias humanas, lo que nos provoca una reacción de rechazo, pero también de comprensión. Comprender en este caso es entender lo que hay detrás de esa actitud, de ese pensamiento, o de esa crítica amarga.


Yo soy buen ciudadano. Pago mis impuestos. Me rompo el lomo trabajando de sol a sol. Tengo una familia bien constituida. Ayudo a las obras de caridad de la Parroquia, a los Bomberos Voluntarios, y a la Cooperadora del Hospital. Si preciso una ayuda financiera, voy al Banco donde tengo crédito gracias a mi cuenta pulposa, porque ya sabemos que los Bancos sólo prestan a los que tienen dinero, no a quienes lo precisan. Pero sí tengo crédito, pagando intereses, que nadie regala nada. Y gracias a Dios, soy de los que acostumbran cumplir con sus obligaciones.
Y vienen estos negros de mierda, a quienes no les gusta trabajar, y que viven recostados en las tetas del Gobierno, que los utiliza como un turro electoral. Son vagos a los que no les gusta trabajar, quieren recibir todo de arriba. Platita fácil que sale de nuestro bolsillo, y que es fruto del sudor de nuestra frente.


Este raciocinio que escuchamos o leemos a diario en radios o foros donde los lectores participan, la mayoría de las veces amparados en el anonimato. es típico de quien no tiene ni idea de lo que significan dos palabras: Seres sociales. Sí, los seres humanos no nacemos de un repollo, ni tenemos apenas nuestra individualidad, bien preciado que sumado al libre albedrío, nos hace semejantes al Creador. Pero somos individuos insertos en una sociedad, y una sana interpretación nos obliga a tener una conciencia social, una pertenencia social con la que interactuamos permanentemente. La solidaridad es algo mucho más profundo que lo que vulgarmente se piensa como “ayudar”. Ser solidarios es compartir una misma responsabilidad. Lo saben quienes abren una cuenta conjunta en el Banco, donde los firmantes son “solidarios”. Lo que significa que uno se responsabiliza por la firma del otro.


Ahora nos preguntamos: ¿quién diablos piensa que tiene alguna responsabilidad con los males del mundo? No sólo por acción, sino también por omisión. Que es tan grave como lo otro. Porque si la mayoría no se omitiera, las cosas cambiarían.


La imagen para entender esto es la siguiente: imaginemos un tipo atlético, sano, joven, con toda su vitalidad y vigor. Pasa al lado de un pobre infeliz a quien le falta la pierna, y agradece a Dios por no ser como ese "otro" por el que siente lástima o desprecio, y del cual se siente superior, sin lugar a dudas. Sin pensar que ese ser humano que él desprecia o ignora puede tener valores humanos muy profundos, inclusive superiores a los suyos.
Personas que no tienen conciencia social, o son superficiales en sus juicios y actitudes son los que despotrican contra la ayuda que, por justicia y no por caridad, el Estado debe brindar a aquellos a quienes la sociedad hace a un lado. Chillan contra esa política pública de inclusión, que parte del principio que los bienes de la tierra son para todos, y es deber superar y no aumentar las desigualdades, aquellas decorrentes de causas naturales, o de una sociedad injusta, mercantilista, egoísta, generalmente guiada por valores que no son los mejores.


Por último, una advertencia. Generalmente aquellos que prejuzgan como “vagos” a los que por circunstancias diversas precisan de ayuda, no perciben que están externando una miseria humana mayor que la que critican. Son gente que no ve más allá de sus narices. Caso contrario, no se podrían sentir molestos porque nuestros jubilados reciban gratis el decodificador y la antena de la TV Digital. Es como si alguien se sintiese molesto cuando quien escribe, por tener más de 65 años no paga boleto al viajar en ómnibus/subte en cualquier ciudad brasilera, mostrando tan sólo el documento de identidad. Y si se molesta....que se vaya a c....

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