Como una prueba más de esa dicotomía entre el país real y el virtual-mediático, asistimos al intento burdo de crear “la corrida al dólar” como una manera de desestabilizar y desmerecer el triunfo electoral abrumador, plesbicitario, del 23 de octubre. Convengamos que el tema fue muy bien elegido, haya visto que el argentino medio tiene una mente altamente dolarizada desde hace muchísimos años, a diferencia de otros pueblos latinoamericanos donde el tema queda restricto a los operadores de bolsas y agencias de viajes.
Pero una vez más, ese panorama ficticio que se intenta crear, se estrella contra la realidad, que siempre termina imponiéndose.
Puede servirnos este intento desestabilizador para profundizar el proyecto nacional y popular. Algo que ya comenzó el mismo 24 de octubre, demostrando que los que conducen desde la función no duermen en sus puestos. Cuando decíamos “vamos por más” o “profundizar el modelo” éramos concientes de que estábamos al comienzo de un camino, que debe ser recorrido con calma y determinación, sin apresuramientos o superficialidades, pero sin retrocesos. Porque se tratan de cambios culturales profundos.
Hay que tomar el toro por las astas. Y es lo que está haciendo magníficamente nuestra conducción económica. Regulamentar la minería y el petróleo, “desdolarizar” la economía, poniendo freno a la salida de dólares de las multinacionales para sus matrices en crisis, y acabar con los subsidios gradualmente, saliendo de una postura económica que puede haber sido necesaria para no explotar, pero que no es sana económicamente hablando. Y que no puede convertirse en permanente. Los subsidios sólo pueden ser concebidos para los menos, nunca para los más.
Como si no bastaran medidas de gobierno, las posturas ideológicas expuestas por Cristina en Cannes, en forma descontraída y poco usual en esos fueros, pero con una convicción y una claridad meridianas, culminan el panorama de la realidad. Que desautoriza como creíbles las tapas de Clarín, la Nación, o los lamentos moricanos de Susana en la TV. Y que ratifica el acierto de la política iniciada en el 2003: no hay viento de cola sino la implementación de políticas correctas y la regulación de los mercados por parte del Estado.
En ese “vamos por más” es fundamental el papel de nuestra militancia, estudiando, discutiendo y promoviendo los debates necesarios para que se opere ese cambio cultural en nuestra gente. A los rumores se los combate con “contrarumores”, pero a las chicanas se les responde con ideas y argumentos. Demostrando qué hay detrás de “inocentes reclamos” o de “semejantes bolas” largadas a correr. La intencionalidad oculta de ciertos actores sociales. Es la tarea de concientización.
En Página 12 de este domingo, Mario Wainfeld en su artículo “El capitalismo anarco y el serio” termina su comentario con un pensamiento, con el que me identifico plenamente. Mejor decirlo entonces con sus palabras:
"El mensaje … también debería iluminar a quienes, en las propias filas del kirchnerismo, se sientan tentados de incurrir en la soberbia de creer que un triunfo electoral impactante es una meta y no el primer paso de un nuevo camino. Al fin y al cabo, un voto plebiscitario es una retribución por lo pasado y un conjunto creciente de demandas para el futuro."
Obviamente, el pasado es historia y el futuro es vida. Ya dimos el primer paso, como pueblo, plesbicitando una política ejecutada por Néstor y Cristina. ¡VAMOS POR MÁS!
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