Ni bien asumió su segundo período, pareciera que todos los cañones se dirigen a Cristina. Comenzó el morocho de la CGT, toreando y amenazando. Ahora aparece J.P.Feinmann dando una entrevista a La Nación, en la que es usado estúpidamente para reforzar los argumentos cristinofóbicos de los “anti-k”. Inclusive comete el error en la grabación de hablar de “2 mil millones de dólares”, cuando eran “2 millones”. De ahí que me parece que la palabra “multimillonarios” es de mala leche. ¿O no?
Otro que salió a la cancha, pero sin los tapones de punta, fue Mempo Giardinelli en su libro de cartas a Cristina, en las que enumera lo avanzado y marca las asignaturas pendientes.
Está bien que uno reclame, el otro se coloque por encima del bien y el mal, y un tercero remarque lo pendiente. Todo eso, por supuesto, de este lado de la cancha. Ni hablar de los que están en el lado contrario. Esos hablan tantas boludeces, que ni preocupan. Son los mejores defensores de Cristina.
Igual, personalmente no me llega ni Moyano, ni Feinmann, ni Giardinelli. Preocupa el daño que pueden hacer, pero para los que estamos convencidos de que el asunto pasa por la gente, la opinión de los “jetones” es secundaria. Pueden poner los tópicos en la mesa, podemos discutirlos, debatirlos, negociarlos políticamente. Sin rasgarnos las vestiduras, sin usar el peronómetro, sin anatematizar al que piensa diferente. Alguna vez, aprendamos a dialogar, y sepamos que hoy en día, las conducciones son colectivas, al menos tienden a serlo. Cristina lo sabe mejor que nadie, y ya lo ha expresado varias veces. Inclusive con una auto-imagen suya como puente para las nuevas generaciones. Aquello que el General hablaba como “transvasamiento generacional”.
Nadie va a mandar callar la boca a nadie. Pero tampoco nadie va a quedar preso de nadie. Tal vez ninguno de estos tres jetones perciba que continúan manejándose con categorías perimidas, como lo es el relato. La realidad es otra cosa. Y hay que saber embarrarse lo suficiente para conocerla a fondo.
Nadie se crea dueño de nada, y mucho menos de nadie. Y no dejemos de recordar que si una parte notable de la juventud recuperó el sabor de la política, “la búsqueda del bien común”, fue porque llegó un político que demostró dignidad, moviéndose por principios y no por conveniencias.Y esa juventud es la que va a saber marcar el camino.
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