quarta-feira, 7 de julho de 2010

CRUZADOS MEDIEVALES del siglo XXI




Cuando era adolescente, estudiaba en un colegio de curas de la Capital, y en la inocencia de mis 14 años, participé activamente del enfrentamiento de la Iglesia con Perón. Unos años después, fue la pelea entre laicos y libres, y por supuesto, ahí estaba yo, en primera fila. Hasta conseguí que mi madre me preparase una cachiporra para llevar para las manifestaciones. Y si lo recuerdo es para qué comprendan cómo conozco ese uso perverso que existe en la enseñanza confesional, una maquinaria hipócrita y poderosa, superficial y mentirosa. No usan choripanes, eso es muy grasa. Pero prometen cielos o amenazan con infiernos. Y especialmente, actúan no por convencimiento, sino por conveniencia. La presión “institucional” se hace sentir, vienen los conflictos de conciencia, el temor a sufrir represalias, a ser “condenados” por sus desviaciones.

Sin embargo, Dios escribe derecho con renglones torcidos. Porque al igual que muchos otros jóvenes, fui leyendo el Evangelio, observando la realidad, viendo las injusticias, y adoptando un ideal de fraternidad, y una decisión de hacer algo para que las cosas cambiasen. No fui el único en ir plasmando un compromiso por la justicia y la verdad, fuimos varios los “cristianuchi” que nos tomamos en serio aquello de “bienaventurados los que tienen sed de justicia”. Coherencia, compromiso. Cuando años después descubrí la foto y el nombre de Fernando Abal Medina como uno de “los terroristas” que habían secuestrado y ejecutado a Aramburu, no sentí extrañeza sino orgullo de mi antiguo colega de Juventud de Acción Católica con quien había compartido campamentos y otras actividades, él en la parroquia de Montserrat y yo en la de Constitución.

En mi pasaje por la vida eclesiástica, conocí gente noble, limpia. Y gente muy hipócrita, falsa. Porque la hipocresía, es una muestra de falsedad, o falta de autenticidad, como se quiera llamar. Hipocresía de colar el mosquito y tragarse el elefante. Hipocresía de aparentar ser santitos o buenitos, y ser maliciosos o pervertidos por dentro. Cristo los definió mejor que yo: los llamó de sepulcros blanqueados. Posturas doctorales, cruzados de la moral y las buenas costumbres, arrogantes en el papel de jueces y señores de los otros. Verdaderos idólatras de ídolos de barro. Y especialmente, ciegos totales para ver hacia dónde camina la Historia y la humanidad.

Les damos el derecho de creer en lo que quieran, y de imponer las normas que quieran a aquellos que los siguen, siempre y cuando lo hagan por convicción y no por pusilánimes. Pero no tienen derecho a normatizar la vida y las actitudes de las personas que piensan diferente de Uds. Esa diversidad que existe, reverendos idiotas, es un don de Dios. Y respetar la libertad es lo que nos hace a su imagen y semejanza. Los valores personales independen de opciones sexuales, tradiciones pasajeras, y mucho menos, de preconceptos pasados de moda. Ser justo, honesto, sincero, leal, equilibrado no es propiedad de héteros, y si nadie puede quitarnos la vida que Dios nos dio, nadie tiene el derecho de quitarnos la libertad de optar que también es un don de Dios. Los seres humanos tenemos el derecho de elegir con quien queremos compartir nuestra vida, y si es del mismo o de otro género, es un problema nuestro. Los de afuera son de palo.

3 comentários:

  1. libre albeldrío, no?

    me mandó aquí Fernando G. Estelrrich
    del blog DIOS SOL NOS SALVARA

    sigo tu blog

    un abrazo

    Adal

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  2. mucho gusto, Adal, voy a ponerte en los míos.Un abrazo

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