quinta-feira, 15 de julho de 2010

PLURALIDAD EN LA DIVERSIDAD



La decisión del Senado de la República no es un fin, sino un comienzo. Ciertamente hay ahora un instrumento que permite la igualdad de derechos para una minoría. Pero el asunto no termina ahí, porque con seguridad continuará en gran parte de la sociedad, la chacota, la burla, la intolerancia, la discriminación.

El debate a la altura de las circunstancias demostró una gran madurez. Pero también mostró cómo hay personas que son esclavas de sus preconceptos, en algunos casos, terriblemente malsanos.

El mundo moderno asume la diversidad como un hecho y el pluralismo como un contexto. Limitar el asunto a trolos o tortas es una idiotez, porque es algo mucho más profundo. Por ello es saludable extender el raciocinio más allá del aspecto sexual. Se salió a defender el amor que puede existir entre las personas, independientemente de su contextura genética. Y el derecho a ser, con naturalidad, uno mismo. Sin estar condicionado a estereotipos preestablecidos. No es un problema de cama, sino de convivencia, de modo de vida.

¿Qué es ser normal? ¿Quién puede arrogarse el derecho a decir que el otro es anormal porque es diferente? ¿Cuánta superficialidad hay si nos dejamos llevar solamente por lo cuantitativo? Para muchos, “normal” es sinónimo de mayoría. Lo que prueba que mucha gente tiene la cabeza encima de los hombros de adorno, no para pensar un poco.

¿Cómo define el diccionario la palabra normal? Aplicado a cosas, dice que es lo que se halla en su estado natural. Como se cuidan de aplicarlo a personas (no fueron bobos los que escribieron), buscamos en “anormal”, y ahí encontramos “Que accidentalmente se halla fuera de su natural estado o de las condiciones que le son inherentes.” Y lo que es inherente a la naturaleza humana es aquello que nos hace personas, seres racionales y sensibles, individuos. Independientemente de nuestras características étnicas, físicas o culturales. Esas diferencias son el fundamento de la diversidad. Y asumirlas como normales es de seres inteligentes y libres de prejuicios.

En ese sentido, la aceptación del matrimonio como el amor de dos seres humanos o personas, sin contar su sexo, es un avance cultural que permitirá que nuestros chicos crezcan con menos prejuicios que los que nos inculcaron a los que hoy ya tenemos algunos años encima.

Prejuicio que la estúpida de Mirta Legrand dejó en evidencia cuando lo interrogó a Piazza sobre el peligro de violación que podría entrañar la adopción de chicos por parte de parejas gays, por causa de “sus tendencias”. Tan absurdo fue el episodio que al día siguiente pidió disculpas. Pero quedó en evidencia un prejuicio absurdo de una persona ignorante, La perversión sexual no tiene nada que ver con ser homo o hetero y sí con el carácter de la persona.Una persona sana no adoptaría un chico para violentarlo, tentación imposible de pasar por la cabeza de un padre o madre “normal”, sea hetero u homo.

Curiosamente, para demostrar lo absurdo del planteo es que, aquellos que callan con complicidad ante el horror de los pederastas, salen a gritar como locos frente a la posibilidad que seres humanos tengan el derecho de expresar con naturalidad la pureza de su amor. ¡Qué contradicción, Froilán!

Otro aspecto emocionante de toda esta “movida santa” con motivo del matrimonio igualitario fue ver la reacción de tanta gente que se movilizó en defensa de la igualdad, de la justicia, sin juzgar el mérito del homosexualismo. En muchos, el sentimiento por la justicia o igualdad de derechos fue más fuerte que sus prejuicios contra “tortas, putos y genéricos”. Eso explica el planteo correcto, en términos políticos. Obvio que por la índole del asunto, hubo para todos los gustos, como en botica de turco. Pero si uno analiza por “mayorías” o “minorías”, no es casual quienes apoyaron una u otra postura. El peronismo, que siempre levantó las banderas de los excluídos, no podía estar en la otra vereda. A no ser los “disidentes”, que demostraron que de peronistas, no entienden un carajo.

Nenhum comentário:

Postar um comentário