Tal vez sin saber definirlo muy bien, el hombre común sabe que existe una diferencia entre política y politiquería. Sin llamarlas con ese nombre, llama de “política” a algo que tal vez sólo sea mera politiquería. Pero cuando hay discusiones o movimentaciones que significan un avance para la sociedad como conjunto, percibe que se trata de algo diferente. El confronto de corrientes ideológicas es fundamental para que la sociedad crezca, mejore, vaya para adelante. Eso sí que es política pura. Política con P mayúscula.
Sé que las cosas no están en estado abastracto, y siempre se mezclan los tantos. Pero hay mayores tendencias para un lado u otro. Y desde los tiempos de la derrota de la 125 para acá, lo que la gente va notando con mayor claridad es que a las chicanas, bajezas y tombos al voleo de una oposición terriblemente mediocre y artificialmente unida, el Gobierno fue instalando, o asumiendo como propios temas que venían siendo instalados por movimientos sociales, para dar una batalla que significase una mejor calidad institucional, una sociedad más democrática, con mayor equidad.
Lo peor que nos puede pasar es que caigamos en la politiquería, en lugar de hacer política. El politiquero no analiza lo que el otro dice, apenas descalifica a quien lo dice. No se detiene a examinar ni utilizar argumentos, raciocinios. No acude a análisis históricos. Juzga no lo qué se dice, sino quién lo dice. Y descalifica a su antojo, como dueño único de la verdad.
Hoy, quien da una recorrida por distintos blogs o artículos, entrevistas, encuentra una riquísima gama de política con P mayúscula. Plantar las banderas, argumentar con solidez, expresar un proyecto positivo. Más igualdad, más tolerancia, pero también más justicia, mejor distribución de renta. Ni hablar de una integración real latinoamericana, que nos permita superar estos 500 años de sometimiento a las circunstanciales metrópolis.
A la reacción de los sectores conservadores enfrentaremos la modernidad de quienes somos conscientes de que estamos en el siglo XXI. Al totalitarismo encubierto de nuestras élites religiosa, financiera y política opondremos una participación popular con todo tipo de movimientos sociales. Al monopolio comunicacional de los grandes pulpos económicos, contestaremos con la proliferación de vasos comunicantes, en una sociedad pluralista y democrática. Porque estos hijos de puta que tienen en sus manos el 80% de los medios de comunicación masivos reclaman porque el canal estatal permite que un vasto sector de la sociedad, que no tiene medios económicos poderosos como ellos, tenga una válvula de escape en un programa como 6.7.8, que interpreta a miles de argentinos. Sí, Lanata. El Estado tiene la obligación de permitir que TODOS tengan acceso a la información. Y no seas hipócrita, vos sabés que todos Uds. responden a las elites, no al pueblo. Entonces no jodás si la militancia consigue una brecha para poder ver en la TV, algo de lo que está sintiendo. O aprende a descubrir las mentiras que Uds. dicen permanentemente.
El peronismo, ese hecho maldito del país burgués, tiene una fuerza total para provocar militancia. Cunde como malaria y no lo para nadie. Pero ojo, no es el peronismo podrido de Duhalde, que lo hace en base a “cieguitos”. Esos es mejor que se queden con “ellos”, los disidentes. Pueden hacer algún daño, pero a la larga, hacen un bien. Porque son lastre, que tira para abajo. Y lo que precisamos nosotros es poder volar, para salir de la mierda. Nos sobran convicciones, ideales y coraje!
Nenhum comentário:
Postar um comentário