Estoy shockeado. Acabo de enterarme de la muerte de NK. Un duro golpe para todos, que deberá ser asimilado con la misma fuerza y coraje con que se enfrentan las vueltas de la vida. No son momentos de raciocinio, pero no puedo dejar de expresar dos sentimientos para el hombre que nos acaba de dejar.
La primera palabra es ¡Gracias! Gracias por ese liderazgo medio durón, fuerte, pero que hizo que Argentina se recuperara y saliera del pozo, y más especialmente, que recuperó la política para la ciudadanía. El hombre que ayudó a que el peronismo readquiriese su fisonomía revolucionaria, su capacidad transformadora. Y lo hizo tan sólo cumpliendo una promesa que hizo al asumir: cuando entró a la Casa Rosada, no dejó afuera los ideales que lo acompañaban desde los 70. Después del vendaval de un peronismo acomodaticio y vendido como el de Menem y Duhalde, era necesario un idealista puro para restablecer la dignidad de la política. Y NK lo consiguió.
La segunda palabra que quería decirte, compañero: tu partida y tu ausencia física será motivo para un mayor compromiso de nuestra parte con el proyecto que rescataste, y que es lo verdaderamente convocante. El proyecto de una Argentina justa, libre y soberana. En los hechos y no en los papeles. Ese proyecto que a partir de ahora queda con un liderazgo claro y firme en las manos de Cristina.
Descansa en Paz. ¡Y hasta la victoria final!
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