Hay una sola manera de conseguir el objetivo de esa Patria Grande liberada. Y es que la mayoría de nuestros pueblos entienda que históricamente hemos sido dominados por el Imperio, y que nuestra independencia nunca pasó de una formalidad superficial y banal. Que entienda que el Imperio siempre se sirvió de los “cipayos”, aquellos grupos de poder que gobernaron para los intereses extranjeros y no los nacionales. Y que esas minorías, fuertes por su dinero y sus privilegios, no permitieron que nuestros pueblos crecieran, se desarrollaran, y se independizaran de verdad.
Es necesario que nuestra gente sepa que eso, ocurre en Argentina, en Chile, en Paraguay, en Bolivia, en Brasil, en Uruguay, en Venezuela, y como lo hemos visto en estos días, en Ecuador.
Las cosas han cambiado, es verdad. Hoy sería imposible el desembarco de los marines norteamericanos en Santo Domingo, o el golpe de la CIA en el Chile de Allende. PERO NO NOS ENGAÑEMOS. El Imperio decadente y decaído, mantiene sus garras. Y los “cipayos” están ahí, para aprovecharse de problemas reales, que vienen de lejos... problemas económicos y muchas veces sociológicos. Como no pueden más intervenir directamente como antaño, se aprovechan de reclamaciones o problemas sectoriales, para desestabilizar y crear un clima de revuelta. Fue la Patria Sojera de la Argentina, fue la Media Luna en la Bolivia de Evo, ahora el descontento de la clase policial en el Ecuador de Correa.
La reacción de los Gobiernos sudamericanos, la reacción del pueblo ecuatoriano y de todos los grupos de signo nacional y popular no deja lugar a dudas de que hay una decisión firme de no retroceder y no permitir que se instauren regímenes antidemocráticos en nuestro continente. Porque es una autodefensa nuestra el no permitir que el vecino se enferme, porque puede contagiarnos. Virus y gusanos, todas nuestras sociedades tienen de sobra.
Este domingo 135 millones de brasileros van a las urnas. El candidato que durante la campaña criticó duramente la política de Lula con Bolivia y Paraguay y cuestionó la “sociedad” con Chavez, no llega al 30% de los votos. Lo que quiere decir que más del 60% de los brasileros no tienen la mínima intención de terminar siendo explotadores de paraguayos o bolivianos, sea con la energía eléctrica de Itaipu, sea con al gas natural que viene por el gasoducto hasta S.Paulo. Brasil no va a faltar a la cita con sus hermanos del continente, y quien conoce al pueblo brasilero sabe que aún cuando tengan sueños de grandeza, no tienen mente de explotadores.
Volviendo a Ecuador, es de destacar el coraje y la determinación de Correa. En determinado momento, uno tuvo miedo de que le pasara lo mismo que Allende, y que lo sacaran muerto de aquel hospital. Tiros no faltaron para eso, y eso nos tiene que demostrar que los “nenes” que tenemos que enfrentar no son ningunos angelitos. Por eso es muy bueno que algunas veces, y mismo no se adecuando a la táctica de “ir por las buenas”, haya gente como Hebe que diga lo que dijo, desde su papel profético de Madre de la Plaza. Y a los que se horroricen, podemos explicarles que el única arma que tiene esta vieja de 80 años es su pañuelo blanco y su verborragia encendida. Pero que no está exagerando, y lo que está denunciando o exigiendo es realmente materia de denuncia o exigencia. ¿Acaso lo que se estaba exigiendo no era el cumplimiento de la ley para todos por igual, y lo que se denunciaba eran tramoyas entre bambalinas para ir demorando la cosa, en la esperanza que cambien los vientos políticos?
Concuerdo en que no tenemos que colgarnos el cartelito de terroristas, pero no tengamos miedo de llamar a las cosas por su nombre, y explicarle claramente a la gente que esas imágenes que nos trajo la TV ecuatoriana, en nuestro país ocurrieron en gran escala, el 16 de junio del 55, en la Plaza de Mayo, cuando la multitud que iba a defender a su Líder fue bombardeada desde los aviones por los marinos. Y no eran bombas de gas...ciertamente. La misma gente de pueblo de un lado, indefensa, con su corazón y su cuerpo. Y del otro lado, el odio asesino al servicio de intereses espurios, pero claro, revestidos de un aurea de “libertad” o “republicanismo”. Ah!!! Malditos hipócritas, a los que podríamos llamar con aquellas palabras del Evangelio: ¡sepulcros blanqueados!! Lindos por fuera y podridos por dentro.
¡Vamos compañeros, que como diría San Martín, los Andes nos contemplan!
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