Los robó en buena ley. Esos 3 millones que le faltaron a Dilma para ganar en primera vuelta, son los que se llevó Marina por encima de su previsión en las pesquisas. Por eso anoche, la candidata verde puede haber dicho, con toda razón: ¡Misión cumplida!
Pero vayamos a un análisis más profundo, porque todo eso es muy superficial.
En primer lugar, el PT y los partidos aliados hicieron una excelente elección, y lograron un cambio sustancial en el Parlamento brasilero, algo que Lula nunca tuvo. En Diputados, el PT pasó a ser el partido más numeroso, seguido de su socio PMDB que hasta ahora ostentaba esa posición. De los 513 diputados, el PT y sus aliados cuentan con 395 diputados, quedando 118 para Serra y aliados. Esos números no son moco de pavo.
En el Senado Federal, se disputaban 54 vacantes. PT y aliados consiguieron 44 y los opositores sólo 10.
El partido de Serra pasó de 16 a 11 senadores; sus aliados umbilicales, de 13 para 7. O sea de 29 pasaron a 18. Perdieron 11 senadores, entre ellos los principales figurones que se candidataban, que fueron mandados para casa por los electores después de 25 o 30 años de ser mandamás de la política.
Gobiernos provinciales, el cuadro es en su mayor parte rojo. Estados donde los gobernadores lulistas se reeligieron con 80% de los votos, el PT ganó con fuerza en Rio Grande do Sul, mantuvo Acre, Sergipe, Bahía, (4) y está favorito en el Distrito Federal, donde habrá segundo turno. Los aliados llevaron otros 7 Estados. Los de Serra 4. 11 a 4 tampoco es moco de pavo.
Con todo ese panorama, que gane Serra sería poner una bomba para que explote todo.
Pero analicemos el fenómeno “Marina”, la “onda verde”. Sin nada contra la persona de la candidata, es una candidatura que nunca tuvo consistencia de realización, posibilidad. Era realmente un tiro en lo oscuro. El asunto del medio ambiente puede ser muy importante, pero el panorama de un país no se puede encarar exclusivamente con esa óptica. NO RESISTE EL MENOR ANÁLISIS. En ese sentido, políticamente, estructuralmente, la campaña de Marina era un bleff. No tenía programa, no tenía equipos, no tenía gente. Una imagen buena, un fuerte apelo personal no basta para gobernar y mucho menos un país de las características del Brasil.
Pero fue la válvula de escape que la derecha tenía para “robar” votos a Dilma, de aquellos que de ninguna manera votarían en Serra, pero tampoco por A o B querían hacerlo por Lula o Dilma.
Y eso hay que tenerlo en cuenta para el 2do turno. Muchos de esos votos de Marina, la mayoría, no simpatizan con Dilma, pero saben que Serra es un retroceso, y feo. Y no quieren retroceder. Son conscientes de que Serra es dar marcha atrás en lo que está dando cierto.
Por otro lado, las estrellas individuales son de desconfiar. Lula fue y es estrella, pero construyó ese liderazgo durante años, y con una estructura muy fuerte. El PT desde su inicio fue una alianza de grupos diferentes, no un rejuntado. Poco a poco, los más a la izquierda, se fueron abriendo. Son los Pinos de la vida, no tienen una propuesta viable, el mismo discurso de barricada de siempre, jugando al todo o nada. Pero no construyen opciones válidas de poder. En la última elección, otra “estrella” escapada del PT que era senadora como Marina, y con casi sus mismas características, se candidató a la Presidencia para enfrentar a Lula. Tuvo mucho menos suerte que Marina, no sé si llegó al 5%. En esta elección se candidató a senadora por su Estado, y salió en tercer lugar. Se llama Heloisa Helena, es de Alagoas, y personalmente tan valiosa como Marina, pero una cosa es construir liderazgos, otra distinta es asumir roles proféticos. Y a las pruebas me remito: con un 20%, Marina no consiguió elegir ni diputados ni senadores...ni siquiera en el Distrito Federal donde ella ganó...hay alguna cosa errada en todo eso
Ahora nos espera un segundo turno. Todo puede pasar, es verdad. Pero si primar el buen sentido, va a ser dificil que Dilma no consiga ese 3% que le faltó. Debe haber una gran abstención, o voto en blanco, lo que termina favoreciéndola.
Màs unos días para sufrir. Pero las personas aguerridas no le tienen miedo, y la militancia petista sigue siendo lo mejor que este país produjo políticamente en la última centuria.
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