segunda-feira, 13 de dezembro de 2010

"EL ORDEN...DE QUÉ ORDEN ME HABLAS, CHIROLITA?


El Padrino dijo en Harvard: “El orden no es de derecha ni de izquierda…”
Se trata de una frase propia de un tilingo o ignorante. Antes de refutarla, es necesario un breve análisis del concepto de “orden” y voy a hacerlo desde el ángulo de la filosofía aristotélico-tomista, que fue una de las pocas cosas buenas que uno aprendió en el Seminario.

Quien tenga paciencia de leerla, escuchará después mi respuesta para el Padrino Chirolita.

Para Santo Tomás, el “orden” es fundamentalmente una relación. Y Aristóteles definía lo relativo como la referencia de una cosa a otra.
Esa relación (el orden de las cosas) es objeto exclusivo de la razón. Basado en ello, Santo Tomás clasifica cuatro clases de órdenes: el orden natural, el orden lógico, el orden moral y el orden artificial.
Al orden de las cosas naturales, la razón humana no lo produce, sino que se limita a considerarlo. La noche sucede al día, y el día sucede a la noche.
Hay orden lógico cuando se ordenan conceptos entre sí. Coherencia del discurso o del lenguaje.
El orden moral está relacionado con las operaciones de la voluntad. Quitarle la vida a otro ser humano es un acto que va contra ese orden moral.
Finalmente el cuarto orden, es el considerado en las cosas exteriores. Es el orden, por ejemplo, de una máquina que funciona perfectamente. En este caso, orden “designa una configuración de las partes, señalando a cada uno de sus componentes un determinado lugar” Si cada una de las partes de un reloj está en su lugar y apta para cumplir la función que le han asignado, el reloj funcionará perfectamente.

El orden, es pues, una virtud decisiva para muchas cosas. Tener orden en las ideas, en las decisiones y en la actuación facilita la organización del trabajo. Con orden se aprovecha el tiempo y se multiplican las posibilidades, sin orden se perjudican muchas energías y proyectos. Cuando hay orden se puede saber lo que se quiere hacer, lo que se está haciendo y lo que queda pendiente. Saber donde ir supone además la intención de rectificar el rumbo cuando sea preciso, lo que lleva implícito una conducta ordenada.

Todo este palabrerío, mi caro Padrino, para llegar a encajar dos palabritas fundamentales; ORDEN SOCIAL. Significa todos los actores sociales cumpliendo su rol, en armonía con el conjunto. Las partes se llaman familias o grupos, como quiera. Significa con su vivienda, su trabajo, su obra social y su aporte comunitario. La falta de esos elementos quebrará el orden, en la medida de su dimensión. Aquí, y en la China o en el Japón.

Cuando todo funciona bien, cuando todo está en orden, cuando hay orden social, entonces uno vive un clima de paz y orden. Puede caminar tranquilo por la calle sin recibir un balazo perdido, puede expresarse libremente sin que lo aporreen, y hasta puede reclamar o protestar por lo que se le antoje, siempre y cuando que respete el derecho de los otros, porque el suyo termina donde comienza el ajeno.

A ese último tipo de orden es que, a imitación de los milicos en épocas pasadas, el Padrino se refiere cuando dice que “hay que restablecer el orden”. A fuerza de bayoneta y represión. Como en aquellos tiempos. E ignorando los desórdenes sociales y morales que crean todo ese disturbio social. Es querer combatir un cáncer con aspirina.

Los eternos pescadores de río revuelto, como el Padrino, son maestros en favorecer ese clima de inseguridad, violencia y miedo. Hay que restablecer el orden en la sociedad, y no es con ametralladoras sino con orden en los factores humanos que son fundamentales para todos los sectores de una comunidad: moradía, educación, salud, servicios públicos y fundamentalmente, laburo. Porque en la mayoría de los casos, es la puerta para acceder a los anteriores.

Es curioso, pero no casual. Aquellos que pregonan la mano dura, conviven y alimentan prácticas serviles, desórdenes morales, y todas las avivadas de los que viven a costillas de los otros, desde la empresaria textil que hace su fortuna gracias al trabajo esclavo de los indocumentados hasta el puntero o patotero gremial que turra a los pobres, vendiéndoles buzones o tranvías. Mejor dicho, esos objetos eran antes. Ahora, le venden un terreno o una promesa o una ilusión.
Y ahora sí puedo responderle al Padrino Chirolita, experto en provocar situaciones que lo lleven después a intervenir para restablecer "el orden".

Obvio que “el orden no es ni de derecha ni de izquierda”. La diferencia está en que la izquierda se preocupa con ese desorden social de gente sin laburo, sin vivienda, sin un mínimo de dignidad para vivir. Y prioriza la búsqueda de ese orden, porque su falta es la causa de aquellos otros desórdenes. Que deben ser encarados políticamente, y no represivamente.
Ya la derecha, encabezada por todos los milicos que tuvimos desde la Libertadura, y a la cual adhiere hoy Su Excelencia y su aliado el Niño Prodigio Mauri, sin calentarse un pito por solucionar aquel grave desorden, lo único que quieren hacer es imponer por la fuerza un orden ARTIFICIAL, como es el orden de los cementerios. Quieren convalidar de esa manera, el gran desorden del cual son cómplices, dejando o permitiendo que unos pocos privilegiados se apropien de lo que debería ser de todos.
Los conflictos sociales se solucionan con políticas inteligentes, no a balazos, ni palos.

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