El asunto de Papel Prensa es de una gravedad inusitada, no solo por el delito de lesa humanidad que implica, sino y especialmente por dejar en descubierto un esquema monopólico para dominar el mercado del papel, insumo sin cuya justa distribución para TODOS los medios, no hay VERDADERA LIBERTAD DE PRENSA.
Es de una petulancia total que dos periódicos se arroguen la representación de TODA LA PRENSA. Tanto La Nación como Clarín tuvieron el tupé de titular que la Presidenta embestía contra los medios, o contra Papel Prensa, como si ellos fuesen todos los medios. ¿Cómo puede ser “contra” declarar de utilidad pública la producción de pasta de celulosa? Colocar las cosas en su lugar es reconocer que hubo una transacción ilegítima, ilegal desde donde se la mire, un pacto espurio entre la cúpula militar y un grupo de poder, cuya vigencia no ha sido cuestionada en estos 27 años de democracia, y que afecta una política de Estado como debe de ser la libertad de prensa. No es un negocio privado, entra en el terreno de lo público.
Veo con preocupación que un asunto de estricta justicia por un lado, y una política estatal tendiente a garantizar el acceso al papel en igualdad de condiciones para todos los medios, termine siendo una preocupación por la fuente de trabajo. Es de una total hijaputez, de quien tiene la cola sucia, y se escuda en una legítima preocupación de los laburantes por la seguridad de su fuente de trabajo.
Las medidas adoptadas por el Gobierno son inobjetables, desde el punto de vista institucional: pasar el caso para que la Justicia investigue y juzgue, y darle al Parlamento, donde no tiene mayoría, el monitoreo de una actividad que hace a la democracia informativa de una sociedad moderna.
Presentar el asunto como político es de una mala leche a toda prueba. Estamos hablando de crímenes efectuados desde el Estado Nacional, en total connubio con un grupo de empresas del sector periodístico, que son las que dominan el mercado de la información de la prensa escrita, radial y televisada. Un verdadero despropósito en cualquier sociedad civilizada. Porque es hablar de grupos de poder que sustituyen al Estado y las instituciones republicanas, son los que mandan entre bambalinas.
La triste imagen de nuestros políticos de quinta categoría hocicando delante de los mandamás monopólicos, es de terror. El cacareo que hacen de “amenazas a la libertad de prensa” en defensa de aquellos monopolios que son por esencia la negación de la libertad informativa, no tiene el más mínimo sentido o justificación. Es el mundo al revés de María Elena Walsh, pero nosotros dejamos la niñez hace rato.
La trenza es enorme. Cristina les ha pasado la pelota, porque es lo que correspondía institucionalmente. Ellos tienen mayoría legislativa como para seguir impúdicamene las instrucciones de Magnetto. En la Justicia, hay mil maneras de hacer naufragar o mandar a cajón muerto el expediente. Dependerá de la honestidad y valentía de los jueces que intervengan. Pero en un gesto extraordinario de sensatez y coraje público, la Presidenta le ha hecho conocer a la sociedad en detalles ese informe tenebroso, para que la sociedad tome nota. Porque en el fondo, este asunto como todos los otros, sólo lo puede resolver la sociedad. Sociedad = ciudadanía = pueblo. Llamélo como le guste.
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