No voy a perder mucho tiempo con ellos, porque no vale la pena. Pero no se puede dejar sin respuesta la bajeza moral de dos enanos mentales, pseudoperiodistas, que nos ofendieron a miles de argentinos, riéndose y dado cuerda al chusmerío de una víbora profesional, que también es otra pseudoescritora.
La falta de límites y de valores éticos tiene una palabra: sujetos de mala calaña, AMORALES.
En una sociedad que lucha universalmente para eliminar la violencia contra las mujeres, festejar o reírse de cachetadas o actitudes machistas ya sería una falta de principios éticos. Si se trata de un hecho levianamente inventado, contado en la base del chisme o del “me dijeron”, es mucho peor aún, porque es una calumnia. Y si encima de eso, toca a figuras que representan a miles de personas, entonces ahí es de una hijaputez sin tamaño. Porque importa una falta de respeto no a una persona, sino a la institucionalidad que las personas encarnan. En este caso, es la Presidencia de la República. No es moco de pavo.
El veneno que esa “pseudoescritora” destila, sirve para envenenar al papanata de Leuco y de Bravo, pero a nosotros nos recuerda a aquellos que festejaban el cáncer de Evita. Estos infelices no se dan cuenta que quienes somos simples mortales, hemos visto y continuamos viendo a Cristina enfrentar temporales con un coraje, una persistencia y una paciencia que son admirables. Todos estos ataques rasteros, calumniosos y de mala leche no hacen otra cosa que agrandar la figura de quien ellos quieren denigrar. Ni hablo de que sea la figura presidencial, porque ahí, los infelices tendrían que saber que escupir para el cielo, no da resultado. Lo que están pasando con esos chistes o cuentos inventados es un atestado de machismo criollo. Lo que realmente, para mí, no es ningún elogio. Pero en fin, cada uno ve las cosas como lo que tiene en la cabeza. Y los que tienen mierda, ven sólo mierda.
Sigan así, que vamos bien. Porque la gente, no come vidrio.
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