segunda-feira, 23 de agosto de 2010

SOPLAN BUENOS VIENTOS POR ESTOS LADOS...



En todos los gráficos, Dilma es el color rojo, Serra el color azul.
Cada vez más, la política de la Patria Grande es una avenida de doble mano con la política de la Patria chica. Hace más de un año, la derecha conspiradora a nivel continental estaba refregando sus manos de alegría, porque vislumbraba que en Chile, y luego en Brasil, habría un cambio de rumbo. Recordemos que tanto Evo, como Correia, ni hablemos de Chavez, sufrieron permanentes boicotes, aprovechándose de cuanto conflicto regional pudiese ser potenciado como estopín destituyente. Ahora mismo, el proceso de Paraguay está por un hilo, con olor a pólvora de conspiración. De Argentina, ni hablar.


Dentro de ese panorama, el asunto era preocupante, y quien examine los gráficos de las encuestas que están en esta nota, perceberá que en todos los que se refieren a los primeros meses del año, el candidato opositor estaba en disparada. Y ojo, que a pesar de su pasado izquierdoso, era un peligro real para la integración regional. La candidatura de Dilma era una incógnita, y podría ocurrir que Lula no consiguiese transferir su popularidad o la aprobación para su gestión a su candidata, de la misma manera que Bachelet no consiguió hacerlo en Chile. Ciertamente no es la misma situación. Aquí en Brasil, con miles de defectos y teniendo que negociar con una clase política tan jodida como la de otros lados, el PT y Lula consiguieron imprimir un tono social a su gestión de gobierno, negociando pautas económicas para mantener un sistema capitalista, pero por otro lado creando políticas de Estado que permitiesen una mejor distribución de renta, provocando una movilidad social que no la percibe quien no quiere verla.


Por eso, esas encuestas que están en esta nota, no deben ser encaradas como un canto de victoria anticipada, pero nos dan la tranquilidad y la esperanza de que Brasil no va a cambiar su rumbo. E igual que en la Argentina, el modelo consiga profundizarse.


Personalmente, le puse una fe bárbara a Cristina, y no me está decepcionando. También le tengo una fe enorme a la Dilma. Puede ser que no tenga el carisma de Lula, obviamente. Pero es una mina que sabe adónde quiere llegar, y cómo llegar. La tiene clara como el agua, igual que nuestra Presidenta. Ellas saben que hay una deuda histórica a ser saldada. O lo conseguimos ahora, o entonces seguiremos otros 500 años siendo carne de cañón del Imperio, sea el español, sea el americano. ¡Ya es hora de mandarlos a todos ellos al carajo!!!














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